Una vez yo también tu tuve un YATE, y también me ponía en la popa, y también miraba el mundo por debajo de mis hombros. Y también tenía chalet y cuenta bancaria. Y también pedía más, y más...
Y por supuesto también tenía los brazos cruzados...
Para defenderme, para protegerme.
No quería que tocaran nada de lo que creía que me pertenecía. En realidad lo que no quería era que tocaran mi coraza, mi falsa seguridad, mi mentira...
Pero también un día la vida me quito el YATE, y no tenía popa donde ponerme, ni chalet, ni cuenta bancaria y tampoco podia mirar el mundo por encima de mis hombros, ni tan siquiera lo podía ver, porque la brújula que me guiaba por esos mares la perdí...
Hoy no tengo YATE, ni popa, ni chalet.
Pero sabéis una cosa...
TAMPOCO TENGO LOS BRAZOS CRUZADOS.
Hoy mis brazos están abiertos,
a la vida, al amor, a la solidaridad...
Hoy no digo: Sí a los hoteles...
Hoy digo: Sí al bienestar, a la calidad de vida, a la salud, a la sencillez...
Que por cierto no estaba en el YATE, ni en esos falsos placeres, ni en esa falsa grandeza y seguridad.
Quien tenga oídos para oír que oiga...
Y quien quiera abrir los brazos que los abra...
Tal vez no es que vaya a ser mucho más feliz pero con seguridad va a dormir mejor.
Y una conciencia más grande, con más luz, tal vez también con mayor dolor.
En realidad nunca tuve nada de eso.
Por eso es un cuento.
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